Viajar por placer no es una actividad particularmente barata. Pagarnos un viaje requiere una inversión de meses o incluso de años, dependiendo de nuestros ingresos y lo ambicioso de nuestro plan.
Sin embargo, hay algunas medidas sencillas que podemos adoptar para hacer que nuestro viaje sea más económico y así poder viajar más sin afectar tanto nuestras finanzas.
1. Comprar alimentos en mercados y supermercados
Esto no solamente nos permite ahorrar, sino que nos permite conocer más a fondo cómo viven las personas del lugar que estamos visitando. Esta experiencia es particularmente valiosa cuando nos encontramos en otro país. Nos hace darnos cuenta de las costumbres y características de la población local. Aprendemos qué es se come en ese lugar, cómo se come, descubrimos nuevas marcas y nuevos productos.
Comprar nuestros alimentos en supermercados o tiendas de conveniencia se vuelve conveniente, sobre todo, cuando el desayuno no está incluído en el precio de nuestro cuarto de hotel o nos estamos alojando en un apartamento.
El ahorro es mayor en países más caros, como EE.UU., Canadá y la mayoría de los europeos. En Latinoamérica, al menos de acuerdo con nuestra experiencia, a menudo se puede encontrar pequeños restaurantes con desayunos o almuerzos a precios extremadamente accesibles. Aun así, comprar en supermercados nunca deja de ser una buena opción.
El único inconveniente podría ser que toma algo de tiempo hacer las compras. No obstante, como lo hemos mencionado, la experiencia vale la pena, aun más si al mismo tiempo nos estamos ahorrando algo de dinero.
2. Usar el transporte público
Es importante aclarar que este punto no aplica para todos los destinos.
Es conveniente usar el transporte público en la mayoría de las ciudades de Europa, o en ciertos países de Asia Oriental, como Japón, por mencionar un ejemplo. En estos lugares nos ahorraremos bastante a comparación de lo que gastaríamos por movernos en taxi. En estos países, el transporte público suele ser eficiente y con redes amplias que nos permiten llegar prácticamente a donde quiera que vayamos (aunque hay excepciones).
Por otra parte, existen zonas del mundo en las que los sistemas de transporte público no están tan desarrollados, por lo que moverse a través de ellos puede no ser una muy buena opción. En nuestra experiencia, podemos hablar de lugares como la mayoría de ciudades de EE.UU. (salvo honrosas excepciones, como N.Y o Chicago) y Latinoamérica.
En EE.UU., las ciudades no suelen tener redes de transporte público tan desarrolladas debido a que la gran mayoría de la población cuenta con autos.
En Latinoamérica, la cuestión es diferente. A comparación de los EE.UU., las ciudades grandes suelen tener sistemas de transporte público más extensos. No obstante, el problema suele ser la seguridad y la comodidad. En ciertas partes de México y Centroamérica, por ejemplo, los asaltos armados a transporte público son comunes. Por otra parte, hay ciudades como Ciudad de México y Bogotá (de las que podemos dar testimonio) que, si bien cuentan con redes amplias de transporte público, el sistema está saturado. Además, en una buena parte de Latinoamérica, las tarifas de los taxis son relativamente económicas, por lo que son una buena opción para transportarse por la ciudad. Volvemos a citar nuestra experiencia en Bogotá. La mayor parte del tiempo, para trayectos largos, usamos taxi (a través de la app EasyTaxi), pues era bastante económico y considerablemente más rápido que el transporte público.
3. Evitar consumir en las zonas turísticas
Zonas turísticas equivalen a precios elevados. Esto es particularmente notorio en destinos que reciben una gran afluencia de turismo internacional, como la Riviera Maya en México, Rio de Janeiro en Brasil, los centros históricos de Praga en Rep. Checa, París, Venecia, entre otros. Hay ciudades en las que consumir en sus zonas turísticas pueden ser un verdadero riesgo si no tenemos cuidado. Dos ejemplos de esto son Praga y Venecia, de donde hemos tenido noticia de ciertos locales —principalmente restaurantes— que han llegado a cobrar cantidades exhorbitantes a los turistas más inocentes (cientos de dólares por un simple almuerzo).
Comprar fuera de las zonas turísticas quizás pueda ser un poco complicado, particularmente si nos encontramos en un país extranjero y no hablamos el idioma local. Además, si buscamos artesanías o productos típicos, muchas veces no los encontraremos en otra parte que no sea precisamente la zona turística. En estos casos, lo mejor es pedir referencias a los locales de lugares confiables. Asimismo, ser observadores y ver cuáles son esos lugares a los que la gente del lugar acude y evitar los negocios dedicados exclusivamente a turistas, ya que siempre manejan precios más elevados.
Podemos ir un paso más allá y buscar información antes de iniciar nuestro viaje. Nosotros, por ejemplo, procuramos tener una lista de lugares con buenas referencias (restaurantes, tiendas, atracciones) siempre que visitamos una nueva ciudad.
4. Elegir alojamiento inteligentemente
Los hostales serán siempre la opción más económica. Sin embargo, no a todos les gusta compatir la habitación con extraños. Nos quedamos, entonces, con opciones más tradicionales como los hoteles y bread & breakfasts o bien apartamentos privados tipo Airbnb. Generalmente, reservar una habitación privada dentro de una vivienda es más barato que una habitación de hotel. En ocasiones, sobre todo en ciudades no tan caras, podemos encontrar pequeños apartamentos enteros por el mismo precio que una habitación en un hotel de cuatro estrellas (p. ej. en Oporto, Portugal).
Al igual que en nuestro post anterior sobre cómo encontrar vuelos baratos, recomendamos comparar precios en diferentes sitios. Una página que permite hacer eso sin tener que visitar diferentes sitios es, como muchos saben, Trivago [no es publicidad]. No obstante, muchos alojamientos privados tipo Airbnb no están incluídos, por lo que sería útil también revisar en estos sitios (Airbnb, Homeaway, etc.).
Nosotros, particularmente, intentamos quedarnos en lugares que ofrezcan desayuno gratis o incluyan equipo de cocina, se ubiquen cerca de alguna parada de transporte público o lugares de interés. Tener un supermercado y/o farmacia cerca es también preferible. Asimismo, hay que asegurarnos de que el lugar donde nos vayamos a hospedar no se encuentre en un mal sector de la ciudad —ya sea peligrosa o lejos de las zonas de interés—, donde, naturalmente los precios serán más bajos. Es preferible siempre gastar un poco más y estar seguros que arriesgarnos por ahorrarnos algunas monedas. De nuevo, hay que investigar de antemano,
Por último, es importante señalar que, como hemos visto recientemente —y como publicamos hace algunas semanas—, varias ciudades, principalmente en el Sur de Europa, se oponen a la proliferación de inmuebles dedicados exclusivamentes al alojamiento de turistas. En este sentido, pensamos que en ciudades donde se han llevado a cabo protestas de este tipo es mejor cooperar con la población local y evitar hospedarse en esta clase de lugares.
5. No viajar en temporada alta
Sabemos que para muchas personas es difícil viajar en otras épocas del año, pero la realidad es que viajar en Semana Santa, durante el verano o a fin de año requiere un presupuesto mayor que si se viaja en otras épocas del año. Los alojamientos y boletos de avión, tren y autobús suelen ser más caros; sin mencionar que estar entre tantos otros turistas se vuelve incómodo.
Aun así, aunque pocas, podemos encontrar algunas promociones para estas temporadas de vacaciones.
Asimismo, siempre podremos ahorrarnos algo de dinero siguiendo los consejos de los puntos anteriores: comprando nuestros alimentos en supermercados, evitando consumir en zonas turísticas, eligiendo el lugar en el que nos alojaremos detenidamente y procurando hacer uso del transporte público en la medida de lo posible.
¿Hay alguna otra medida que te haya ayudado a ahorrar durante tus viajes? Cuéntanos.